Ahora que lo veo terminado me parece increíble haber llegado hasta aquí.
Y es que ha sido un largo camino de casi dos años (empezamos allá por el mes de marzo del 2017), lleno de muchas alegrías costuriles, pero en ocasiones también de "penas". Esos bloques rebeldes que se atravesaban tantas veces, esos melones tan abundantes, todas esas pequeñas costuritas que casar..., esta maravillosa labor que realizó Jane A. Stikle en 1863 es todo un máster para cualquier quiltera.
Este enorme quilt, de más de dos metros de lado, está cargadito de buenas energías para mí, porque se ha ido completando pasito a paso, no solo con la unión de un montón de preciosas telas a base de puntadas y más puntadas, se ha formado sobre todo con el empuje de una maravillosa amistad.
Estoy convencida de que en muchas ocasiones habría tirado la toalla si no hubiera sido por Marta, de Marta y sus labores, amiga y gran compañera de fatigas "dearjaneras". De ella partió la idea de lanzarnos a esta aventura, y os aseguro que no podría haber tenido mejor compañía para este viaje (en su blog tenéis también su DJ terminado, le ha quedado espectacular).
A las dos nos ha parecido ideal hacer esta entrada justo hoy, el último día del año, para rendir homenaje a esta labor con la que tanto hemos aprendido y que tan buenos ratos nos ha hecho pasar.
En fin, unas labores acaban (no, no se me olvida que aún queda la tremenda tarea de acolchar, esa es otra historia) y otras empiezan, y yo estoy segura de que el Nuevo Año llegará cargado de nuevos y maravillosos proyectos que realizar.
Así que, Feliz y Próspero 2019 para tod@s, y ni se os ocurra dejar de coser, bordar, crochetear...
¡¡Un beso enorme!!
(Las fotos están hechas en el Puente Medieval sobre el río Manzanares, cerca de Colmenar Viejo, me pareció un bonito lugar para retratar una labor tan importante. Os confieso que en algún momento temí por la integridad del quilt, uuffff.)